En la especie humana, si un hombre busca pareja no hay
nada que pueda arruinar más rápido una relación que tener a su madre pegada a
sus espaldas. Sin embargo, si eres un mono muriqui del norte (Brachyteles hypoxanthus) y vives en Brasil, la única forma de encontrar a la “chica adecuada” y tener
descendencia es contar con mamá. Es la conclusión a
la que han llegado Karen B. Strier y sus colegas en un estudio que publica la revista Proceedings of the National Academy of Sciences(PNAS), que han
comprobado que en esta especie los machos sexualmente maduros viven con
sus madres y que, ayudados por su presencia, consiguen encontrar pareja.
Los monos muriqui del norte forman sociedades pacíficas e igualitarias. Y lo
más curioso es que, en estos grupos, “quienes mueven los hilos son las madres”,
según han comprobado Strier y sus colegas. “Sabíamos desde hace tiempo que las
madres, que pueden vivir hasta treinta años, permanecían toda ese tiempo junto
a sus hijos de sexo masculino”, aclara Strier. Lo que desconocían hasta ahora
es que la presencia permanente de la “suegra” y de
tías, abuelas, etc., lejos de ahuyentar a las
hembras, las atrae. Y que eso ofrece una ventaja reproductiva a los machos que
tienen una familia numerosa “con muchas madres cerca”.
En la actualidad solo quedan en torno a mil monos de esta especie en los
bosques de Brasil. El estudio podría servir para reagrupar a algunos individuos
para aumentar sus posibilidades de procrear y garantizar la conservación de la
especie.
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