La frase tuvo su origen en el ritual
de adopción de un niño, en la Edad Media. El padre adoptante debía meter al
niño adoptado dentro de una manga muy holgada de una camisa de gran tamaño
tejida al efecto, sacando al pequeño por la cabeza o cuello de la prenda. Una
vez recuperado el niño, el padre le daba un fuerte beso en la frente como
prueba de su paternidad aceptada. La vara (835,9 mm) era una barra de madera o
metal que servía para medir cualquier cosa y la
alusión a las once varas es para exagerar la dimensión de la camisa que, si
bien era grande, no podía medir tanto como once varas (serían mas de nueve
metros). La expresión se aplica para advertir sobre la inconveniencia de
complicarse innecesariamente la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario