Al final de una cena organizada por Winston Churchill, su mayordomo ofrece la caja de puros a los invitados.
Uno de ellos, sin el menor escrúpulo, coge cinco puros y se los mete en su bolsillo, murmurando:
«Son para el regreso.»
«Gracias por haber venido de tan lejos» le contestó Churchill.
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