Mi buen amigo Alonso Quijada, a quien tengo un poco abandonado, vino recientemente a contarme una nueva historia que quiero compartir hoy con vosotros. Puedo resumirla como "el derecho a comida gratis", y aunque Alonso se extendió más en sus explicaciones, yo lo dejaré ahí para que cada uno de vosotros saque sus propia conclusiones.
Os dejo con la historia según me la contó:
Hace tiempo me compré un comedero para pájaros. Lo colgué en
el porche de mi jardín y lo llené de granos y semillas.
Era en verdad un bonito comedero y era un espectáculo ver a los pajaritos de
cerca.
Al cabo de una semana eran ya centenares los pájaros que se aprovechaban del aprovisionamiento
constante de comida gratuita y disponible sin ninguna dificultad.
Luego los pájaros empezaron a hacer sus nidos bajo el porche, en la parra,
cerca de la barbacoa, e incluso sobre la mesa.
A continuación vino la caca. Estaba por todas partes. Sobre las baldosas
del porche, sobre las sillas, sobre la mesa... ¡por todos sitios!
Después algunos pájaros empezaron a ser agresivos. Se lanzaban sobre mí e
intentaban picotearme a pesar de ser yo quien les alimentaba pagando de mi
bolsillo.
Otros eran ruidosos y prepotentes. Se apalancaban sobre el comedero
piando y trinando a todas horas, noche y día, para recordarme que rellenara el
comedero si la comida escaseaba.
Al cabo de cierto tiempo no conseguía ni siquiera poder sentarme en mi propio
porche.
Por lo que decidí quitar el bonito comedero y en tres días los pájaros
desaparecieron de mi jardín.
Hice limpieza y puse todo en orden, eliminando incluso todos los nidos del
porche.
Muy pronto mi porche volvió a ser aquello que siempre había sido: Un lugar
tranquilo y sereno, sin ningún alborotador reclamando "el derecho a
comida gratis".