El presidente de una compañía aérea ficticia, entra en un pub y pide una Guiness.
“Un euro”, le dice el camarero.
“¡Qué barato!”, piensa para sus adentros, mientras deja la moneda encima de la barra.
“Perdón, pero si no ha traído su propio vaso son dos euros más”, le advierte el dependiente.
El presidente saca refunfuñando las monedas, coge la jarra y se encamina hacia una de las mesas del local, cuando la voz le interrumpe de nuevo:
“Si se va a sentar, tendrá que añadir un extra de tres euros y, como no ha reservado asiento, deberá pagar otros dos euros más”.
El ejecutivo, muy mosqueado, se acerca al dependiente y le espeta:
“¡Esto es un abuso!, quiero hablar con el responsable del pub”.
El camarero le sonríe: “Sólo puede contactar por correo electrónico. Por cierto, si no va a lavar el vaso son dos euros más. Y, por favor, recójalo todo antes de marcharse”.
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